Jean Cocteau (poeta, novelista, dramaturgo, libretista de ballets, diseñador, ceramista, dibujante, pintor, escenógrafo, ensayista y cineasta) fue un talento polifacético que logró aglutinar como un imán el de otros artistas insignes. Cuando en 1917 Apollinaire habla por primera vez de surrealismo, Cocteau lo está poniendo ya en práctica en un acto pionero de multimedialidad. Escribe entonces el libreto cubista del ballet Parade, en el que intervienen Pablo Picasso (vestuario y decorados), Erik Satie (música), Léonide Massine (coreografía) y Les Ballets Russes. Toda la obra de Cocteau tiene raíces surrealistas: creación libre de presiones sociales, subjetividad creativa como catalizador de los deseos inconscientes y expresión e interpretación múltiple e independiente de sentidos lógicos.
El testamento de Orfeo, última película de su trilogía sobre el personaje mitológico, aúna todos estos aspectos y cuenta, entre otros artistas de variadas disciplinas, con la única intervención de Picasso en cine. Es una de las razones por las que esta sección especial dedicada a Picasso comienza con una obra tan emblemática. Otra razón emocional es la vinculación de cinEScultura con colaboradores fieles y fiables desde su primera edición, como Bodega y Orphée. La evidente afinidad de Neli Färber con Francia y España y su guiño surrealista al personaje mitológico y a Jean Cocteau marcan también los “revolucionarios” y pioneros eventos culturales que ha coorganizado a lo largo de varias décadas. El documental Picasso - Le mystère Picasso, de Henri Georges Clouzot, es el que mejor refleja de manera veraz su genio y proceso creativos. Las tomas directas sin cortes ni montaje nos muestran a un artista intuitivo, espontáneo y visceral… y podemos entonces comprender que sea una de las referencias de la pintura universal para la que abrió caminos inexplorados.
Finalmente, el documental Picassos Frisseur nos muestra a la persona que había detrás del artista: un español universal exiliado en su segunda patria, aunque esta le denegó la nacionalidad francesa por considerarlo un anarquista peligroso. En Vallauris entabló amistad con el peluquero Eugenio Arias, exiliado y antifranquista como él, con quien compartió una amistad sincera y libre de intereses que nos muestra al Picasso más humano.