El testamento de Orfeo

09.05. / 20:15 / Auktionshaus Keup / Haidplatz 7

Francia 1960, 76 min | Dirección: Jean Cocteau

con: Jean Cocteau, Jean Marais, Maria Casarès, François Parier, Èdouard, Termin, Alice Heiliger, Claudine Auger, Françoise Arnoul, Charles Aznavour, Lucia Bosè, Yul Brynner, Nicole Courcel, Henri Crémieux, Luis Miguel Dominguín, Daniel Gélin, Jean-Pierre Léaud, Pablo Picasso, Françoise Sagan, Alice Sapritch, Annette Stroyberg, Roger Vadim

Es una incógnita saber si Jean Cocteau tenía en mente contar una historia plausible en su película LE TESTAMENT D’ORPHÉE o pergeñar una trama comprensible. En cualquier caso, cuando la terminó la película, no parecía haber entendido realmente de qué trataba en realidad su última película, que se estrenó en 1960: “Cuando expliqué en la televisión y en la radio que mi película no tendría ni pies ni cabeza sino alma, bromeaba. Pero estaba bromeando totalmente en serio... Es innegable: la mayoría de las personas que vean mi película dirán que todo es una tontería y que no entienden nada. No estarán del todo equivocados, porque de hecho yo mismo no lo entiendo todo“. (DIE ZEIT, 12 de febrero de 1960).

Al menos, se puede decir que la película trata de la defensa de la poesía o del principio poético contra el principio de la pura facticidad o realidad, contra el racional encorsetamiento del mundo.

El mismo Jean Cocteau imita a Orfeo, el cantante, el poeta, y deambula a través de los tiempos hacia adelante y hacia atrás con un traje blanco, símbolo de la inocencia; se mueve en mundos exteriores que son al mismo tiempo mundos interiores, entra en inframundos, se encuentra con figuras míticas y hace que aparezcan y desparezcan personajes, es juzgado, atravesado por una lanza, muere y, sin embargo, sigue viviendo: a poesía siempre vivirá. Es algo incomprensible.

Por tanto, está bien que Cocteau apele en los créditos iniciales de la película a la intuición del espectador: “Una película para inocentes a los que no les asalta el vicio de comprender a toda costa”. Picasso colabora como amigo de Jean Cocteau y hace una breve aparición para echar un vistazo al Orfeo muerto-viviente.

 

 “Un fascinante discurso ensayístico sobre la creación y cognición poética, sobre el subconsciente y el sueño“.